jueves, 1 de junio de 2017

Rimas de Bécquer seleccionadas por el IES Antonio Calvín para el Proyecto de Innovación

Proyecto de innovación: “Los clásicos vuelven a Almagro ¿te animas…? CURSO 2016/17

RIMAS DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


Rima VII
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!




XI

Yo soy ardiente, yo soy morena,
Yo soy el símbolo de la pasión;
De ansia de goces mi alma está llena.
— ¿A mí me buscas? — No es a ti; no.
— Mi frente es pálida; mis trenzas de oro:
Puedo brindarte dichas sin fin;
Yo de ternura guardo un tesoro.
— ¿A mí me llamas? — No; no es a ti.

— Yo soy un sueño, un imposible,
Vano fantasma de niebla y luz;
Soy incorpórea, soy intangible;
No puedo amarte. — ¡Oh, ven; ven tú!





XIII
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
Su claridad suave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul, y cuando lloras,
Las trasparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta.


Tu pupila es azul, y si en su fondo
Como un punto de luz radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
¡Una perdida estrella!


XXXVI

Si de nuestros agravios en un libro
se escribiese la historia,
y se borrase en nuestras almas cuanto
se borrase en sus hojas;

te quiero tanto aún; dejó en mi pecho
tu amor huellas tan hondas,
que sólo con que tú borrases una,
¡las borraba yo todas!



XLIV

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
¿a qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira!
Ya ves: soy un hombre... ¡y también lloro!



LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!


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